Juventud, divino tesoro |
¡Cuántas crueldades sembraste / en mi pobre corazón! / y que triste lo dejaste / sin explicar la razón
¿Por qué, juventud ingrata, / te fuiste sin despedirte? / de quien tanto de adoraba, / yo debería maldecirte
Pués que te dí mi alegría, / pensando eternamente / que a mi lado te tendría / ¡aún más allá de la muerte!
¡Vana creencia la mía!, / sabiendo tu ingratitud, / ¿por qué me fiaría? / veleidosa juventud
Mas acaso no te juzgue / con justa imparcialidad; / a que mi razón se burló / de mi terca vanidad
Pues, que terco en todos vosotros / al igual que vi en mí; / con los mismos regocijos / con igual sed de vivir
No: perdóname juventud, / que no te quise ofender; / es mi terca vanidad / que no quiere comprender
Que igual que las mariposas / cuando han libado la miel, / en otras flores se posan / pues lo que queda aquí, ya es hiel
¡Adios, dulce juventud! / que aunque triste quedo aquí; / siempre loaré tu virtud / aunque no vivas en mí.
Con todo afecto para todas aquellas personas que se encuentran como yo en la tercera edad, deseándoles de todo corazón salud y felicidad.
En Palma de Mallorca, a 27 de junio del año 2011 - Firmado: Guillermo Cresí i Moragues.
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