Mariano Rajoy |
Tiene
un proyecto, sabe dónde va y cómo lograr conseguir los objetivos, no se da
importancia y haciendo un trabajo callado ha logrado hacer de España un equipo,
con un proyecto común con el que ha conquistado Europa y el Mundo.
Un
hombre sensato que sabe limar asperezas para que otros entiendan que lo
importante es el conjunto y no las peculiaridades individuales de cada uno. Un
hombre que ha hecho que todos entiendan la importancia de empujar en la misma
dirección. Un hombre que cuando llega el momento de celebrar los triunfos da
dos pasos atrás para que los focos de dirijan a otros para que disfruten. Un
hombre férreo en sus convicciones y valores, que defiende contra viento y marea
sus esquemas. Un patriota de verdad que sabe defender la bandera de España con
orgullo, con humildad y sentido de la responsabilidad.
Amable
y estimado lector: Es fácilmente comprensible que puedan sospechar que estoy
escribiendo de un inconformista Registrador de la Propiedad. No teman, no
desvarío, estoy aún orientado.
Estoy
mencionando a don Vicente del Bosque.
Vicente del Bosque |
España
precisa de un patriota como el que representa del Bosque para salir de la
caótica situación por la que nuestro país atraviesa. Necesitamos a alguien que,
como don Vicente, tenga amplitud de miras, visión de Estado y de conjunto,
y sepa sacar a España del dique seco en donde se encuentra.
España
saldrá de la ruina donde se halla con una persona así, que sea, además, capaz
de dejar las Autonomías en el baúl de los olvidos –en aras del bien de todos–,
y de lograr ese proyecto sugestivo de vida en común que un día se llamó
España.
Necesitamos
un dirigente que no genere falsas expectativas, que trabaje con ánimo
y transparencia, como hace Vicente del Bosque. No valen ya entrenadores de
cuchara o aquéllos que solo piensan en su camisa partidista.
Permítame,
amable lector, personalizar un momento. Siempre me ha gustado visitar Madrid.
He vivido allí cierto tiempo y me encanta visitar, cuando puedo, el Museo del
Prado. Al hablar de la Moncloa aparece ante mí –como si fuera un fantasma–, la
obra que a los 62 años engendró Francisco de Goya, denominada "Los
fusilamientos de la Moncloa". Este cuadro fija un episodio histórico del
que fue testimonio. El 3 de mayo de 1808, después del alzamiento del pueblo de
Madrid, el ejército francés lo reprimió duramente desembocando los
acontecimientos en los fusilamientos de la Moncloa.
Esta
obra de Goya, según me explicó un guía en el Museo, "está trabajada
con ira, a golpes de pincel, a manchas brutales, dotando a la escena de gran
vitalidad"... Es una obra que produce una impresión compleja: el horror se
une a la protesta, la escena aterra por su crudeza: uno se tapa los ojos, otros
los oídos para no escuchar los disparos, otro se sujeta la cabeza para no
enloquecer, uno más, con los brazos en cruz, increpa a los mismos que lo
asesinan. Es sobre este último, iluminado de lleno por la luz del farol, en el
que confluyen todas las miradas, él solo es el espíritu de la lucha, el anónimo
y andrajoso héroe de la guerra. Como telón de fondo, la colina desolada y la
silueta lejana de Madrid. Una naturaleza impasible al drama. La gran soledad y
el gran silencio en torno a la tragedia.
Los fusilamientos de la Moncloa, de Francisco de Goya |
Esta
obra nos es próxima y transmite unos sentimientos válidos para cualquier ser
humano, sin importar la época en que le haya tocado vivir: todo el mundo puede
hacer una lectura, nadie se puede quedar indiferente ante la escena en la que
se puede identificar nuestra propia naturaleza humana ante las injusticias, la
crudeza y la muerte que una guerra significa.
Amable
y estimado lector: Sea piadoso conmigo, se lo ruego, pero le solicito que
extraiga sus propias conclusiones. Merece la pena meditar sobre lo que nos está
ocurriendo. Patriotas, sí, pero como don Vicente del Bosque.
Aristóteles
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