El Club de los Poderosos - CLUB BILDERBERG
Con el ilusorio anhelo de abastecerme, no solo de la pericia literaria, sino también de su pensamiento moral y político, con el que trato humildemente de censurar la inmundícia ideológica hoy deambulante, he sido agraciado con el premio de tener el inmenso placer de leer a nuestros clásicos del Siglo de Oro.
Me ladeo hoy por Quevedo -a quien Dios no solo lo bendijo con el don de la palabra, sino también con el de la profecía- quien hace cuatrocientos años trazó y construyó una hiriente invectiva titulada La Isla de los Monopantos, que en opìnión de los eruditos es una despiadada parodia contra el Conde-Duque de Olivares y su cohorte de butafumeiros, en la que se puede adivinar una descripción de lo que Pío XI, en su época, clasificó Imperialismo internacional del dinero, o sea capitalismo financiero, según la jerga actual.
En esta sátira, Quevedo describe un consejo semejante al CLUB BILDERBERG, para cuyos componentes -banqueros, judíos, cristianos y otras relevantes personalidades del mundo de la política, de la justicia y representantes de estados soberanos- el dinero es su único Dios, al que proclaman omnipotente.
"El Príncipe" (1512) de Nicolás Maquiavelo, 1469, Florencia - 1527. Florencia. |
Para dominar el mundo y poder corromperlo, diseñan un plan monstruoso que juran cumplir ante un libro encuadernado en pellejo de oveja. Uno de los conjurados pregunta quién es el autor y responden, el autor es Nicolás Maquiavelo. Quevedo vuelve a mostrar su clarividencia pues, en efecto, no hay autor que haya hecho más daño -y otros que lo han hecho después de él, se orientaron en su sabiduría-, que Maquiavelo, con la RUPTURA que introdujo entre POLÍTICA Y MORAL.
El Plan diseñado consiste en dejar que los Estados y los Reyes, se enriquezcan -aunque sea ilícitamente-, hasta que se conviertan en "los señores del mundo", y una vez que lo sean convertirse, los monopantos, "en señores de ellos".
Francisco de Quevedo y Villegas, (Madrid, 1580 - Villanueva de los Infante, 1645 - Retratado por Diego Velázquez. |
El método para lograr este fin es muy sencillo: se dedicarán a prestar dinero a unos y otros reyes para que se hagan la guerra entre sí, empleando el dinero que uno les paga para derrotar a su enemigo, en sufragar a tal enemigo, que así puede combatir al que primeramente prestaron; y "todo este enredo ciego y belicoso" y "extravagante tropelía" les servirá para "arruinar con su propio dinero a amigos y enemigos" y convertirse en monarcas absolutos del orbe, de ahí el nombre que Quevedo les asigna, los monopantos, es decir, los absolutos, los que lo quieren todo para ellos solos.
Ramón Quiñonero Solano, autor del presente escrito. |
Los confabulados saben lo que la soberanía del dinero es capaz de conseguir en el mundo. Saben, también, que para pagar sus deudas, deben someter a los pobres a las más diversas rapiñas, mientras tanto, los monopantos pueden seguir divirtiéndose viendo a las gentes -ajenas a sus manejos- como se combaten y destrozan. De esto se encargan, hoy, los partidos políticos.
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