Leyendo y escuchando a psicólogos he aprendido que las personas que mejor situación personal y laboral tienen son las que saben esperar para recibir su recompensa.
Los humanos manejamos dos sistemas de pensamiento: el CALIENTE, que es impulsivo, emocional, y el FRÍO, considerado más reflexivo, racional y estratégico. Se asume que pensar en frío estimula el autocontrol y la fuerza de voluntad, lo que tiene como consecuencia que quienes lo practican se conducen en la vida de forma muy distinta a los que piensan en caliente. Sin embargo, estos tienen también sus ventajas, las corazonadas, las pasiones, las intuiciones brillantes que se traducen en obras de arte o en composiciones e ideas.
Los grandes psicólogos señalan que, a pesar de que hay personas genéticamente más inclinadas a pensar en FRÍO, y otras más en CALIENTE, el mandato genético es más maleable de lo que pueda parecer, porque cieretos atributos y rasgos de carácter se pueden modificar a voluntad propiea. hasta tal punto de que se es capaz de modificar la herencia genética recibida.
Volviendo al pensamiento FRÍO o CALIENTE, ahora se sabe que dependiendo de las exigencias del entorno, de la voluntad o simplemente de las modas, nos convertimos en uno u otro tipo de pensadores. Por extensión, puede decirse que hay épocas en las que reina el pensamiento caliente, como en las guerras, en las exaltaciones patrióticas, en las grandes gestas y, también, en los periodos de decadencia, en los que la gente tiende a vivir el presente como si no hubiera mañana.
En otros momentos de la historia triunfa, en cambio, el pensamiento en frío, como en las posguerras, en la reconstrucción de lo destruido, en sentar las bases para una nueva convivencia y vivir, no el presente, sino subsistir con la ilusión del futuro.
¿En qué momento estamos ahora? Curiosamente, en una mezcla de los dos, en la que un mundo parece que se acaba y otro intenta sin éxito nacer. No se trata de decir qué tipo de pensamiento es más útil, ya que cada uno tiene su momento. Existen conclusiones sobre experimentos realizados en niños. Dos décadas después se les ha preguntado, cómo les había ido en la vida.
Se comprobó que aquellos que prefirieron esperar veinte minutos para contestar, no presentaban problemas de sobrepeso. Ninguno había caido en el mundo de la droga -a pesar que dicha lacra hizo estragos en los jóvenes de su generación- y eran, en general, más felices. Me ha parecido tan curioso el estudio que he querido compartirlo con ustedes. ¿Qué tipo de pensadores se consideran?. Yo, por mi parte, me apunto al club de los del pensamiento en frío.
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