La Plaza Roja de Moscú con el Kremlin, a la derecha, y la Catedral de San Basilio, a la izquierda. |
RUSIA, ESPERANZA DE OCCIDENTE
La vocación mística del genio ruso adquiere ribetes épicos en las coyunturas históricas más sacrificadas. Intérpretes del alma rusa -de Soloviev a Solzhenitsyn, de Dostoievski a Berdiaev-, han augurado que la vocación de Rusia es la de salvar Occidente.
Vladimir Soloviev, filósofo, teólogo, poeta - 1853-1900 - Autor de Relatos del Anticristo. |
Durante muchos siglos, Rusia vivió de espaldas a Occidente, primero forjándose como nación, después repeliendo las invasiones de ideas o ejércitos extranjeros. Épocas hubo, empero, en que Rusia se asomó curiosa a Occidente, fascinada por su progreso material, bebiendo en las fuentes de su cultura y su pensamiento, esplendoroso en apariencia, si bien iniciando la decrepitud.
El espíritu ruso no pudo digerir aquella influencia, sino que se revolvió ante ella, en parte como reacción de defensa y, de otro lado, en evitación de una contaminación indeseable. Si en Occidente el tránsito de una sociedad religiosa a una sociedad apóstata ha sido un proceso gradual y mitigado por el anestesiante liberalismo, en Rusia el tránsito fue dramático, extendiendo una niebla de nihilismo que el espíritu clarividente de Dostoievski intuyó como el anuncio de un gran cataclismo.
Aleksandr Solzhenitsyn - 1918-2008 - Autor de Archipiélago Gulag - "La violencia solo se puede camuflar con la mentira, y la mentira solo se puede nutrir con la violencia" |
Cuando Rusia se rindió al paganismo extendido por Occidente, al que habia tratado de repeler durante siglos no lo hizo al modo pacífico y conformista de las naciones que integran el pudridero europeo, sino -como el propio Dostoievski indica- con un ímpetu vengador.
Cuando los pueblos religiosos son obligados a renegar de su fe, no se hacen paganos hedonistas, sino ateos rabiosos, locos satanizados que queman iglesias, lo que explica que en la mística Rusia (un país industrialmente mucho menos desarrollado que Francia, Alemania o Gran Bretaña) prendiera el comunismo con un ímpetu mayor que en cualquier nación rehén del materialismo.
Mientras las naciones europeas volvían la espalda a Dios de forma desdeñosa, borrando paulatinamente todas las tradiciones, anulando los frenos morales y exaltando los caprichos del deseo, deificando la avarícia de riqueza lograda a costa de la explotación del pobre, Rusia volvía la espalda a Dios de la forma más violenta, convittiendo el odio religioso en eje central de su política.
Esa destructiva reacción nada tenía que ver con la verdadera naturaleza de la mística Rusia, que a la caída del comunismo soviético parecía extenuada y presta a servir de felpudo a Occidente. Fueron los años de Gorbachov y Yeltsin, aquellos años en los que parecía que se había llegado al final de la Historia, con una Rusia convertida en un vomitorio occidental y entregada a las fuerzas tenebrosas que querían convertirla en un burdel para turistas y en una colonia más del Nuevo Orden Mundial.
Nicolai Berdiaev - 1874-1948 - Filósofo, autor de Libertad y Esclavitud del Hombre - "La libertad no es un derecho, es un deber" |
Cuando parecía que su destino estaba echado, ha vuelto a emerger -al principio tímidamene- con mayor orgullo. La Rusia opuesta al basuero occidental, la nación fiel a su historia y a sus tradiciones ha tenido el valor de señalar la inanidad de las colonias europeas, convertidas en felpudos de un mundialismo repudiador de sus orígenes cristianos y financiador de la expansión del yihadismo.
"Si el siglo XX comporta alguna lección para con la humanidad -escribió Solzhenitsyn- seremos nosotros quienes le habremos dado a Occidente, y no Occidente a nosotros, el exceso de bienestar y una atmósfera contaminante de sinvergonzonería le han atrofiado la voluntad y el juicio".
Ramón Quiñonero Solano, autor del presente escrito. |
No sé si Rusia logrará hacer realidad ese designio histórico, o si los hostigamientos que sufre lograrán rendirla. Pero en ella hay el ímpetu de una esperanza, que es una hermosa virtud teologal. Por ello, en la rusofobia rampante encuentro a la postre el sempiterno odio teológico de quienes creen y tiemblan ante la remota, pero posible, restauración del mundo que aborrecen y creían haber dejado atrás definitivamene.
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