LOS PRODIGIOS DEL RECUERDO - El legado de Pujol desde mi óptica analítica - Yo estuve allí
PRÓLOGO.- Es tan amplia y vigorosa la imagen que de la sociedad catalana capté durante mi presencia de 30 años en esa hermosa tierra, que me gustaría desgranar el relato de lo que ví, oí y capturé, enfatizándolo -de ser capaz- con citas de eficacia descriptiva, en riqueza y elegancia.
Ramón Quiñonero Solano, autor del presente estudio. |
En ese escenario teatral -período 1966-1996- donde los hechos y las pasiones nacen, transcurren, se intensifican y entran en declive, es cuando me percato de que mi vida declina rápidamente, cuya evidencia aparece en forma de pinceladas blancas asentadas en mi cabello. No todo es negativo, sin embargo, puesto que los privilegios que la vejez -entre otros muchos- concede, permiten describir con objetividad acontecimientos que se han desarrollado en el ámbito de mi área de visión perceptiva. Es esta la razón por la que puedo descubrir y sentir la adversidad y la soledad ajena con la misma intensidad que si se tratara de la propia.
Siempre preocupado por las grandes tendencias sociales y culturales de nuestra sociedad, no he parado de acumular viajes, escritos y reflexiones que me han convencido de que está bien lo que marcha sin ser discutido y de que lo que no es esencial tiene tan poca relevancia que se puede obviar.
Josep Tarradellas |
Lo más triste, desmoralizador, descorazonador y deprimente que recuerdo de mi estancia en Cataluña y que aún hoy me abochorna, es que los políticos y gobernantes -excepto Josep Tarradellas- dirigidos por Jordi Pujol -paradigma del fariseísmo de la peor especie-, confundieron la legitimidad de origen con la legitimidad de lucrativo ejercicio. El reflejo de aquellos destellos sugiere que los ciudadanos de la épocva tuvieron que, cautivos, entre payasos y rufianes de la peor especie, dotados de una mente perversa y carentes de principios y de moralidad, consecuencia de la estupenda herencia de miserias y ultrajes que legaron a Cataluña. Por ello no es de extrañar que actualmente estos personajes tengan una vida que, a medida de su crueldad, va siendo cubierta y depurada por el manto purificador de las malas conciencias.
Se comentaba mucho de la rigidez confesional e ideológica de la escuela de aquella época, pero lo cierto es que tanto la asignatura de Religión como la de Formación del Espíritu Nacional eran obligatorias. Se lamentaba, también, de que los maestros eran tan permisivos, que daban lugar a que algunos alumnos jugaran a Tarzán, colgándose de las cortinas de las aulas, emitiendo selváticos alaridos. Me llegó el rumor de que alguno de estos docentes acabó en un sanatorio mental para curarse de su patológica falta de autoestima y su sensación de inexistencia.
La llegada de Pujol a la gobernancia de la Comunidad catalana, condujo a la manipulación de la enseñanza; al adoctrinamiento sectario y mentiroso; a idear asignaturas que más adelante se crearon para la transgresión del alumno y que contaron, tácitamente, con la indiferencia de los padres al repasar las notas de sus criaturas. Ahí están los antecedentes de los desafíos a la Constitución y al Código Penal; las arrogancias de Artur Mas; los informes falseados; los perjurios legales ante los Tribunales; la impunidad ante la Ley por convicción. Lo que interesaba a Pujol y a sus seguidores era educar en la incoherencia a los futuros catalanes y que la impartición de la lengua vernácula ahogara a la castellana a fin de domesticar a los escolares y formar con ellos la argamasa-cimiento-sostén del futuro edificio de la independencia. Con ello, el Pujol hostigador, desbarataba los fundamentos de la educación estatal y fijaba, paralelamente, la nave llamada CONSTRUCCIÓN NACIONAL, con el lanzamiento al mar del olvido del ancla portadora de los valores y principios con que se regía entonces la educación clásica en España. Se aseguraba su tan deseada inmersión lingüística y sentaba los principios en que se basaba su no disimulada ambición imperialista. Su pulsión onírica le condujo a un diseño virtual de los PAÏSOS CATALANS, pretensión que no fue ajena a otros próceres distinguidos de la Cataluña provinciana del siglo XIX.
No se le puede negar a Pujol su excepcional lucidez para sorprender audazmente a los custodios de los intereses generales de la nación española y sustituirlos por los suyos independentistas, en orden a articular esa delirante, absurda y esperpéntica nación catalana. Todo un intento de sortear el concepto constitucional indiviso, es decir, lo que no se puede dividir.
El paso del tiempo ha puesto a Pujol en su sitio y su estigma permanecerá indeleble por el ayuno de sus correligionarios y amigos a sostener su temerario proyecto secesionista y porque los sabios ciudadanos han logrado detectar el escarnio a que han sido sometidos por él. Su futuro epitafio: Pujol no acertó, se equivocó.
Jordi Pujol, Hacedor de la Cataluña contemporánea. |
HISTORIA DEL HACEDOR DE LA CATALUÑA CONTEMPORÁNEA.- Hoy, con más de 80 años, Jordi Pujol empieza a comprender que su paso a los libros de historia no será como había imaginado. En la PRIMERA FASE de su irrupción en la política catalana, era muy fácil identificarse con las demandas de los catalanes. Los nacionalistas estaban entonces supeditados, enmarañados con el progerío, como no podía ser de otra manera, porque quien utilizaba en los 70 las categorías esencialistas que hoy son moneda común, se alzaban con el premio de ser considerados marginales y botiflers (traidores). La Assamblea de Catalunya -de la que formé parte- aglutinaba al grueso del último antifranquismo, siendo los objetivos políticos: un Estatuto de Autonomía, las Libertades Políticas y la Amnistía. Quien lo haya vivido -como el que suscribe- recordará los intentos de recrear aquellos años con atrezo de banderas esteladas que dan vergüenza ajena. No se puede mentir así como mienten, habiendo, como hubo, tantos testigos.
En la SEGUNDA FASE, se realiza estrictamente, la construcción nacional, como la llamaron. Los recelos de Josep Tarradellas sobre Jordi Pujol, cuya dictadura blanda no se cansó de denunciar, estaban justificados. Años atrás, desde Banca Catalana, -cuya quiebra hay que atribuirla a Pujol, a quien Felipe González quiso encarcelar- Pujol se había dedicado a intervenir, literalmente, en todo lo que se moviera. Sus patrocinados ocuparían cargos en cada partido del futuro abanico político local. Varios de los socialistas catalanes más destacados de la década de los 80 habían llegado ahí gracias a que Pujol los había liberado antes de sus trabajos, en general docentes. Ya en el poder, a lo largo de casi un cuarto de siglo. Pujol esculpió su modelo de Cataluña. Se vivió en su ectoplasma. La decisión de entregarse en cuerpo y alma a ese proyecto vital se remonta a la cárcel y a los primeros años 60. Nadie le puede negar el tesón. Como bien supo su esposa antes de serlo, Cataluña era lo primero, no ella ni la futura familia. Corriendo los años un cierto sentimiento de culpa por no haber ocupado su lugar como esposo y padre restaría a Pujol fuerza moral para fiscalizar los pormenores de la trama de intereses que Doña Marta y sus hijos varones habían ido urdiendo a la sombra de un apellido abrepuertas y de una nación en construcción. Hoy, -como consta en el PRÓLOGO-, con más de 80 años, el hacedor de la Cataluña contemporánea, el hombre que todo lo había previsto, el modelador de conciencias, empieza a comprender con gran desazón que su paso a los libros de historia no será como había imaginado. Una gran mancha que no supo o no quiso impedir acompañará por siempre su nombre.
En la TERCERA FASE, el partido creado por Pujol en 1974 e identificado con la nueva Cataluña durante las décadas de los 80 y los 90, obedece ya al sucesor elegido por Doña Marta: su hijo Oriol -en cuya persona debería prolongarse la construcción nacional y consumarse la independencia-, apoyado por su círculo íntimo. Por razones de edad y de madurez, el pujolismo no iba a engarzar con otro pujolismo tras el paréntesis tripartito. El hijo designado para devolver el apellido a la presidencia no estaba listo y hacía falta un líder-puente, con mucho de puente y poco de líder. Pensaron en ese técnico tan contenido, ese hombre sin apasionamientos, alguien que no había demostrado la menor inquietud política en los años 70, cuando resistirse al huracán parecía casi imposible; un señor que hablaba en castellano en su casa y que se llamó oficialmente ARTURO hasta el año 2000, un administrador temporal, en fin, del patrimonio político de Convergencia. Es decir, pujolista. Tal creyeron que iba a ser Artur Mas. Pero el técnico neutro, contra todo pronóstico, tuvo un sueño después de una manifa. Cierto que ese sueño es la pesadilla de la mayoría de los catalanes, pero también, de rebote es el de la familia Pujol. Oriol Pujol está imputado por corrupción y apartado del Partido. El hijo mayor está siendo investigado al igual que Doña Marta y su otro hijo.
¿Fatalismo? ¿Cuento de la lechera de Esopo? ¿Castigo divino? ¿Análisis pertinente y coherente?, ¿Resultado de un planteamiento erróneo?.
Ramón Quiñonero Solano