lunes, 10 de marzo de 2014

Nada te turbe - Santa Teresa de Jesús (1515-1582)


Retrato de Santa Teresa de Jesús, realizado por Fray Juan de la Miseria en 1576
Santa Teresa de Jesús (Teresa de Cepeda y Ahumada) nació el 28 de marzo de 1515 en Ávila, y murió el 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes. Es la única mujer Doctora de la Iglesia. Su nombramiento tuvo lugar el 27 de septiembre de 1970 por el papa Pablo VI

Este portento de la naturaleza y máximo exponente del misticismo, fue descrito por MAX AUB del siguiente modo: "Temperamento exaltado y precaria salud. Bajo la principal influencia de Las Confesiones de San Agustín, entra en un mundo de visiones y éxtasis, que la inducen a la reforma de la Orden Carmelita y a la fundación de nuevos conventos. Junto con Juan de la Cruz, sin protección oficial, llegó a establecer treinta y dos monasterios. Acabó a los sesenta y siete años, llena de entusiasmo. Fué canonizada en 1622".

Fray Luis de León, que restituyó su obra a la primera pureza, dijo de la misma: "En la forma del decir y en la pureza y facilidad del estilo, y en la gracia y compostura de las palabras, y en una elegancia desenfadada que deleita en extremo, dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ella se iguale".



Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

Santa Teresa de Jesús (1515-1582)

 Nos place darles a conocer un soneto anónimo extraordinario, traducido a todas las lenguas, cuya autoría se atribuye a Santa Teresa de Jesús,

Cristo crucificado de Diego Velázquez

Soneto a Cristo Crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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