Los fariseos se aprovechan de la fe religiosa de los sencillos para sus negocios y sus cambalaches políticos. Unamuno se refería a esa nueva Inquisición, omnipotente en nuestra época, cómo aquélla que usa por armas el ridículo y el desprecio para los que no se rinden a su ortodoxia. Sabiendo que eres una persona despreciada y ridiculizada por los corifeos del sistema hace falta vencerse a uno mismo, hace falta renunciar a la propia conveniencia.
Esta es la actitud de don Quijote, que no vacila en poner de manifiesto sus ideales. Le habría sido muy sencillo combatir las burlas de sus contemporáneos, pues todos reconocen que es hombre discreto; le habría bastado con renegar de su espíritu de caballero para obtener la consideración y el aplauso del mundo.
Los personajes que se cruzan en el camino de don Quijote, le ponderan y ensalzan. Solo cuando don Quijote se refiere a la caballería lo toman por necio. A don Quijote le habría bastado con hacer reserva mental de determinadas cuestiones para ser ensalzado por todos; pero eligió que lo ridiculizasen, eligió el desprecio del mundo, con tal de poder llevar a cabo su vocación.
Es una lección muy hermosa. Ese es el camino que Ginés Quiñonero Solano se propuso seguir y sigue. La razón de Ginés no le recomienda que aplauda lo que el mundo aplaude y no le solicita incesantemente que enmudezca ante lo que la correción política establece, además de rogarle encarecidamente que asuma como propios los postulados del progresismo hegemónico.
Prefiere ser rebelde. Sabe que su actitud conlleva estar condenado a la soledad. Y ello, ¿por qué?, porque hace muchos años descubrió que, al revolverse contra el espíritu de su tiempo, le sobrevino la soledad. Evitó compartir lo que a la mayoría de la gente le gusta: adaptanse al statu quo que garantiza llevar una vida pacífica y sin sobresaltos.
Tengo el convencimiento de que don Quijote optaría por la misma misión que emprendió en el pasado, porque aunque se desdeñe su mensaje, ciertamente la gente lo oye y lo conserva, y un día, esa voz solitaria y ese recado menospreciado, en realidad, es la adusta semilla que germinará anunciando el advenimiento de un tiempo en el que el látigo de la justicia despertará y sentenciará la conciencia de los abominables aduladores.
Ramón Quiñonero Solano
* Sencillamente hago lo que me dicta mi conciencia.
Ginés Quiñonero Solano
* Sencillamente hago lo que me dicta mi conciencia.
Ginés Quiñonero Solano
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