NUEVA APELACIÓN AL PRESIDENTE DEL PARTIDO POPULAR DON JOSÉ RAMÓN BAUZÁ.
Querido President:
Ramón Quiñonero, autor del presente escrito |
En esta nostalgia del tiempo que fué y ya no es, reaparece la figura de mi compañero Isern y al fondo se dibuja el escenario cambiante de un Son Gotleu, cuyo esplendor de los años 60, 70 y 80 ha sido barrido por él al importunar indebida y tercamente a esos emigrantes que lo poblaron en busca de una mejor existencia y que hoy, acuden de nuevo a ellos, todo el cortejo de meditaciones que antes de la aparición de mi compañero Isern, habían arrojado de su pensamiento pretérito.
Estos emigrantes -que contribuyeron con su llegada, al engrandecimiento de Mallorca, aportando sus humildes conocimientos, sobre todo, en el ramo de la construcción- necesitan desterrar esos retazos de maledicencia insoportable que les aqueja y entristece, al efecto de refugiarse, al menos, en los recuerdos de aquellos años del siglo XX.
Hoy, querido President, estos sencillos pensionistas, apagados por el desaliento, sienten que la llama de su vida se apaga lenta pero inexorablemente, en tanto, que encaminan su alma hacia un futuro trascendente y menos agobiante que el que padecen en su actual vejez.
Me atrevo a decirle que merece una reflexión sobre el destino de irrelevancia al que están condenadas las conductas no ejemplares, sobre todo, cuando no las ampara un soporte legal e institucional. Quizá abunde en la reiteración, pero creo que una verdadera reforma de las costumbres, cuando tal acompañamiento no se produce, es necesario, ya que se corre el riesgo de precipitarse en la complicidad de no acometerla.
Mientras la injusticia esté amparada y fortificada por algún responsable de instituciones que la consagra, los gestos llenos de coraje -como los que usted acomete- están condenados a la irrelevancia, o peor, a una relevancia ornamental si no se corrige esta condenable tendencia.
D. Mateo Isern, alcalde de Palma de Mallorca. |
Mire, querido y respetado President: Si actuamos como si este problema no existiera, incurriríamos en algo peor que la frivolidad; seríamos responsables de una injusticia y cometeríamos, por tanto, un grave error. No puede haber compromiso sobre el dolor de una pobre gente. La vida arrebatada emocionalmente da fuerza y claridad moral a los perjudicados para incrementar la relevante tarea de denuncia fácilmente escalable, de continuar el alto grado de malestar actual y que en un momento dado puede ser incontrolable. Y todo ello por la conducta del compañero Isern, que parece encapsulado en una enfermiza relación consigo mismo, a la que no puede renunciar en sus peores rasgos. Este hombre, en vez de disipar incertidumbres las entroniza clamorosamente en lo incierto e inconveniente.
Ese pueblo de Son Gotleu está harto de tanta retórica envolvente, de informes, de proyectos y planes del Sr. Isern que eluden las verdades y sus necesidades esenciales, como son la aplicación de la Ley y la Justicia. Que renuncie a socavar los cimientos de la convivencia. Que renuncie a incumplir la legalidad vigente. Que renuncie a sucumbir a sus pasiones rencorosas. Este hombre necesita liberarse de la esclavitud de sus rigores mesiánicos.
Con respeto lo comento y apelo. Usted decide.
Un cordial saludo reciba de un servidor de usted y de la verdad que no se prodiga.
Ramón Quiñonero Solano
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